Sa Torre Blanca es una experiencia incoparable. Muy pocos lugares reunen tantos valores juntos, paisajísticos, ecológicos, antropológicos, sociales, etnológicos, incluso gastronómicos.

El alojamiento, con capacidad para dos adultos y uno o hasta dos niños, consta de terraza, bajo soportal, recibidor con biblioteca, dormitorio principal, y salón con cocina y barra, que se encuentra en el interior de la torre predial defensiva del siglo XIV, totalmente rehabilitada. El dormitorio principal, conserva los valores rústicos de la construcción original, con vigas de madera, y está comunicada con el salón a través de un arco de piedra original.

Toda la finca es un paraíso para los amantes de la naturaleza, la tranquilidad y la belleza; incluso los propios alrededores de la casa rural, están llenos de encanto. A cualquier hora del día o de la noche es posible dar largos paseos. A tan sólo unas decenas de metros, es posible disfrutar de varios monumentos megalíticos: concretamente, una Taula y un Talaiot en fantástico estado de conservación. La vista desde ese punto, el más alto de la finca, es una de las más hermosas de la isla. Este lugar mágico, a la luz de la luna llena, evoca momentos mágicos de los albores de la humanidad.