La casa era una construcción antigua (pajero), en la que mis familiares iban a pasar los tres meses de verano para recoger la fruta de las fincas aledañas, higos, moras, tunos, duraznos, uvas… en el pintoresco pueblo de Echedo, en la zona llamada Gualisancho, a tan sólo 5 minutos de la capital y a 10 del puerto y aeropuerto.

Constaba sólo de una habitación en la que dormían todos, separados por cortinas, la cocina era un fogón al aire libre, la vida se hacía en el patio y el retrete estaba fuera.

Ahora se amplió lo que era el patio y hoy es el salón, cocina y comedor, con un bonito baño con techo de astillas de Sabina de la propia isla. Antiguamente se utilizaba este material pero hoy en día está protegida. La habitación tiene piso de madera así como el techo, el salón tiene suelo de barro al igual que el pollo de la cocina.

La casa está hecha con el alma y con muchos tropiezos, pero salió porque mucha gente me ayudó y yo puse todo mi empeño.

Un saludo, si vienen les gustará, respirarán su paz interior y exterior, también disfrutarán de sus vistas hacia la Gomera, Tenerife y La Palma.