Nuestro hotel rural se levanta sobre una casa tradicional de labranza del siglo XIX. En ella vivieron nuestros antepasados y en ella nació nuestra madre. Era un espacio tan entrañable pero tan deteriorado que decidimos acometer un proyecto de rehabilitación para devolverle la calidez y la belleza que había tenido. Los espacios tradicionales dedicados a la vida familiar, las cuadras donde se guardaba un viejo ‘sarré’, las cámaras de almacenaje de grano y paja, el gallinero, el palomar…, todo ello se ha rehabilitado con enorme cariño, amueblándolo de forma que potencie la armonía y la comodidad de cada espacio particular. Nos sentimos orgullosos del resultado.

La Casona de Don Bruno supone en su concepción y restauración un reto artístico. Desde las habitaciones en que su confortabilidad nos invita a utilizarlas como sala de estar o como lugar de lectura de libros propios o prestados por la Casona, los numerosos espacios comunes en los que uno se puede perder sin ser molestado, las cuatro grandes chimeneas, lugares mágicos en torno a los que conversar, el comedor en el que bajo un artesonado de madera espectacular se pueden disfrutar menús tan cuidados como el propio ambiente de la casa, el jardín, el huerto, la piscina… Todo facilita un tiempo de relajación y disfrute.

La Casona se alza en la enorme Plaza de la tranquila aldea de El Contador, donde antaño recalaban los ganados de la comarca para refrescarse en su fuente y cerrar los tratos tradicionales de compraventa. Sus actuales habitantes han sabido mantener la belleza del entono y la placidez de los estilos de vida tradicionales en las poblaciones agrícolas de Los Vélez. Quienes nos visitan podrán coincidir fácilmente con algunas de sus tradicionales labores: la matanza del cochino en diciembre-enero, la explosión de los almendros en flor (abril), la recogida de setas de rubial, de cardo cuco o níscalos (otoño y primavera), la cosecha de la almendra (octubre), la siega de trigo o cebada (julio), etc.

El hecho de ser un puerto de montaña (el puerto de El Contador, de 1.130 m), proporciona en verano una envidiable temperatura media y en invierno la siempre apacible blancura de la nieve.